sábado, 29 de enero de 2011

Aceitedeperro. Género Negro y Teatro.

Apartes y detalles de Tres Criaturas de Fausto Fontana.


1. Un Asesinato: Dos perros callejeros entre aullidos y sollozos, acababan de desenterrar a un niño que había sido sepultado en el patio de la Casa de una Señora de apellido Ángeles (así, en plural). 

Perro ladrando a la Luna, de Rufino Tamayo
Al oír los gemidos desgarradores de los perros, los  vecinos llegaron más por la algarabía de los canes, que por el afán de saber algo acerca del niño que había desaparecido hacía dos días. Allí estaba, dentro de un cajón rústico, se notaba que lo habían enterrado vivo porque al momento de abrir la tapa de la caja, continuando con la exhumación de iniciativa canina, el niño respiraba y emitía un sonido casi imperceptible. No sé si por fortuna o por desgracia estaba vivo, porque no vivió mucho más.
Ilustración de Alberto Vásquez
Unos días después se descubrió que sus asesinos o los cómplices, mientras lo metían al cajón, no calcularon bien el tamaño y el niño resultó ser más grande de lo pensado, por lo que tuvieron que partirle las piernas para que cupiera. Cuando los vecinos lo sacaron del precario ataúd tenía los ojos cerrados y emitía un quejido leve, más de alguien que no quiere que lo despierten que de un moribundo.
No expresaba dolor.

2. El Detective: El famoso detective Bruno Basquiat fue el  encargado de llevar el caso. 


Era un hombre de origen antillano, más blanco que negro, aunque podía pasar por los dos, algunos decían que era más negro que blanco. Tenía la habilidad de hablar varios idiomas incluido el español, cosa meritoria en una colonia inglesa. Bruno lo hablaba y a veces fingía no saberlo, lo que le había ayudado a resolver hacía un año un caso sobre la desaparición de dos estudiantes de economía que nunca aparecieron; por eso era famoso: por haber resuelto el caso pero no haber encontrado los estudiantes.


3. Familiar de la víctima y sospechosa: El Detective Basquiat pidió ver a la madre de inmediato.
La madre tenía señales de que hacía poco se había sometido a una rinoplastia, era un poco más alta que Bruno, de 40 años y usaba vestidos ajustados. Llegó al lugar antes que la ambulancia y al ver al niño con manchas de tierra húmeda en la boca y tirado en el piso con las piernas dobladas para cualquier lado como una marioneta, hizo una expresión simple, algo como: “Ah”, y nada más, un quejido mínimo, un pequeño sobresalto, la reacción de alguien que se impresiona al ver un desconocido herido en un accidente de tránsito, no la reacción previsible de una madre ante el cadáver de su hijo. No hubo llanto ni tristeza. Sospechosa No. 1

Del Libro New York Noir
4. El Interrogatorio: Dentro de las técnicas policiales de interrogatorio según Arthur S. Aubry Jr. y Rudolph R. Caputo, hay unas más eficaces que otras, por ejemplo en algunos casos la intimidación al sujeto es útil si se le demuestra que él (ella en este caso)  no vale nada, que su existencia es dañina para cualquier persona a la que se acerque. Bruno Basquiat hubiera podido acentuar el hecho de que ella, aun cuando su hijo había muerto, vestía de una manera provocadora, no había dejado de usar colores vivos ni escotes profundos, y había mantenido el pelo rubio perfectamente peinado, como si nada hubiera pasado. Pero decidió no probar la eficacia de un método para el que aún no se sentía preparado. La segunda opción era la solidaridad con la sospechosa. Como todo ser humano, hasta los asesinos necesitan que los acepten y los aprueben, por eso confiesan, como mecanismo para reinsertarse a la sociedad. Una tercera era el estímulo, acercarse lo más posible a las emociones del sujeto a interrogar y trabajar desde allí para producir empatía. Esta última fue la escogida. La paradoja estaba en que las emociones de la Señora Ángeles eran inexistentes.

Del Libro New York Noir
De todas maneras, lo intentó, el Detective Basquiat comenzó diciendo:
“Estoy de acuerdo con no expresar ningún  tipo de dolor o pena delante de la gente, entiendo la dignidad de los dolientes que quieren hacer su duelo en secreto sin dar espectáculos que sólo alimentan el morbo de los vecinos, de los amigos y más de los enemigos. Eso, el mantener la mesura, aun en momentos de aflicción profunda, es muy usado por la monarquía inglesa, pero también por los tímidos que sienten que serán reprobados si dejan ver en público lo que pertenece al ámbito privado. Usted, me imagino que está más al lado de los reyes que de los retraídos. No le pido que llore, pero sí, que me exprese los sentimientos que la ocupan ahora, después de ver a su hijo vivo y muerto a la vez”

-       Ese no era mi hijo, contestó la Señora Ángeles.

El silencio prolongado de los dos es difícil de narrar, porque fue en silencio y porque fue prolongado.

5. Detective Implicado: La historia cuenta más adelante como, desde ese día, la vida privada de Bruno Basquiat comenzó a contaminarse de la vida laboral. Su esposa y sus dos hijas de 14 y 6 años terminaron involucradas con el caso del pequeño muerto, una serie de llamadas hechas por un niño misterioso con voz dulce las culpaba a las tres de ese crimen. La esposa de Bruno se alteraba cada vez que sonaba el teléfono y en estados alterados buscaba lo único que aplacaba su desesperación: apostar todo lo que tenía (y lo que no) en los casinos más sombríos de la ciudad.

...por culpa de tu padre tengo problemas...
Basquiat regresa a la escena del crimen días después, y descubre a la Señora Ángeles anegada en llanto sobre la marca del desentierro, esta vez sí un poco descompuesta y acompañada por los perros que jamás volvieron a irse de allí.
Además de su adicción al juego, la esposa de Basquiat sufría de ataques continuos de celos (justificados la mayoría de las veces) y había pedido el divorcio, problema que se acrecentó cuando la Señora Ángeles apareció desnuda dentro de la casa de los Basquiat. La hija mayor, pero adolescente aun,  regresando de una fiesta abrió la puerta y la encontró allí, perfectamente maquillada y peinada, pero sin ropa. La señora miró a la muchacha y sólo le dijo: “Por culpa de tu padre tengo problemas con mi recto”

6. Final y Nuevo Comienzo: La historia se resuelve en su totalidad al final de la pieza, pero la resolución abre un nuevo espacio para la duda, y evidentemente se abre también para una nueva narración.
Mecanismo recurrente en este género: finalizar con un nuevo comienzo.

El Ejercicio.

El ejercicio anterior (porque es un ejercicio) está construido a partir de algunos elementos característicos del Género Negro, género que a mi modo de ver es aquel de la rama de la narrativa que más se acerca al de la dramática, en otras palabras: la escritura que más cerca está del Teatro.
Bogotá con lluvia. 1998
Por varias razones:

·      Reglas específicas.

·      Elaboración de personajes con funciones concretas

·      Desarrollo permanente de la acción

Además de otras características establecidas que lo acercan al teatro contemporáneo como:

·      Presencia de la violencia

·      Ámbitos urbanos más que rurales

·      Delitos (casi siempre contra la integridad o vida de otro)

·      Presencia de la familia

·      La Casa (sumada a la Familia como eje de descomposición) y sus variantes:
o     Casa embrujada
o     Casa con secretos
o     Mansión
o     Palacio
o     Hogar
o     Casa de Campo.

·      Y cada posible casa con sus derivados:
o     Dormitorio
o     Sótano
o     Cocina
o     Ventana
o     Biblioteca, etc.

·      Espacios sórdidos
o     Callejones (oscuros obvio)
o     Bares
o     Casinos
o     Prostíbulos
o     Oficinas de abogados

·      Personajes al límite de la verosimilitud
o     Psicópatas
o     Obsesivos
o     Asesinos
o     Con poderes extraordinarios
o     Brutales
o     Detectives de agudeza extrema
o     Rubias voluptuosas con medidas imposibles

·      Crímenes
o     Opciones tradicionales y sobretodo novedosas

La lista y las variantes son claras pero a la vez interminables.

Revista Aceitedeperro No.1

Aceitedeperro.

Acaba de salir en Colombia una Revista que se encarga de investigar, discutir, reflexionar y sobretodo publicar exponentes del Género Negro. El título de la revista es el mismo del famoso cuento de Ambrose Bierce: Aceite de Perro, sólo que esta se escribe sin espacios: Aceitedeperro.
El contenido es más que sugestivo.
Germán Espinosa, en uno de los artículos, hace (hizo) un recorrido bastante completo de la vida y obra de Ambrose Bierce “maldito entre los malditos”.
Ilustración de Alberto Vásquez para el Libro
Hop Frog de OQO Editora
Hay un cuento de Edgar Allan Poe: Hop Frog, uno de Horacio Quiroga, uno de Chejov, obvio que de Bierce también: el que le da el título a la publicación, y Una Sepultura Sin Fondo.

Ambrose Bierce
La parte gráfica es bastante rigurosa: dossier fotográfico de Bierce, ilustraciones cuidadas, una sección de efemérides, otra para los obituarios (siendo consecuentes con la naturaleza de la revista), y otra con datos interesantes llamada Le Casier.
El cruce con el Teatro (aunque no sea a propósito) se da con Virgilio Piñera, dramaturgo cubano quien ha debido ser reconocido como precursor del Teatro del Absurdo, exploró este género con tanto poder como  Ionesco, el problema fue que nació en Cuba, no en Francia.
El cuento que se publica de él es: La Carne.
Hay mucho de donde cortar.

Insisto.

A pesar de su cercanía con el cine, de que haya una línea llamada Cine Negro y de que no haya una del Teatro llamada Teatro Negro[1], sigo pensando que en su estructura es más teatral que cinematográfico. Podría dar muchos ejemplos, doy dos: Funny Games, que algunos la incluyen dentro de la categoría negra, o Reservoir Dogs, desarrollan sus más interesantes momentos en espacios más teatrales que cinematográficos: interiores, casas, garajes, salas de estar, cocinas… Los niveles a los que llegan los personajes y las necesidades interpretativas tan exigentes, nos dan la sensación de ubicarnos en una sala de teatro y no en otro lugar. Un realismo que sobrepasa sus propios límites y se vuelve otra cosa.

Afiche de 39 escalones.
Versión cinematográfica

Una razón más por la que me tomo el atrevimiento de acercar la novela negra y el género en general al Teatro, más que a la pantalla, es porque a pesar de que estadísticamente este no tiene nada que hacer frente al cine, son varios los directores provenientes de la escena viva: Bob Rafelson (El Cartero llama dos veces), Sam Mendes (Camino a la Perdición), Arthur Penn (Bonnie & Clyde), o Sydney Lumet (Doce hombres en Pugna, Asesinato en el Expreso Oriente). En todos se ve su escuela. En Lumet por ejemplo, las puestas en escena más que teatrales son claustrofóbicas.

Jimmy Vásquez, John Alex Toro, Carlos Hurtado y
Marcela Agudelo en la versión colombiana.
Las condiciones para que una novela o relato o cuento tenga las características de “negro” son disímiles. Enumeré ciertas peculiaridades aleatoriamente, pero las cosas no son tan simples,  algunos expertos son cuidadosos, no los quiero llamar puristas, y no permiten que haya ningún tipo de fuga que los mezcle con los descastados de otros géneros. La nobleza de los “negros” es difícil de mantener, y sus defensores la cuidan.


Por momentos se le confunde con el género policíaco, son familiares, pero ojo, los puritanos dirán que los policíacos son los parientes pobres.
Con cualquier estudioso del género, que hay muchos, perdería la pelea, pero como no soy experto en ese campo, pero sí en el del Teatro, extiendo la mano desde el escenario y lanzó estas hipótesis.
Para quienes quieran seguir averiguando, hay varios blogs dedicados al tema[2]


Los orígenes de su nombre son borrosos: a los ambientes oscuros (de iluminación y temáticos) que maneja, a la série noire francesa, al comic, al pulp, a la revista Black Mask de Estados Unidos, a las historias por entregas, a los policíacos…


Para mi todo empieza con Edipo Rey de Sófocles, y es un comienzo bastante adelantado para la época (siglo IV a. de C.). Edipo ordena abrir una investigación exhaustiva para capturar al asesino de su padre, sin saber que el asesino es él mismo, y que él mismo además, se casó con su propia madre (Juro que es de Sófocles, no de Almodóvar). Ante la advertencia de los investigadores de que él está seriamente implicado, reacciona con violencia. Sólo al final, aunque también violento pero contra él mismo, acepta su culpa sacándose los ojos.


Edipo Rey es un emblema de la Historia del Teatro, y debería serlo del Género Negro, del policíaco, del de detectives también. Lo que sí no debería ser, es un prototipo de la condición humana. Como dice Sloterdijk en Ira y Tiempo[3]:

“… las bases del negocio del psicoanálisis están socavadas por la desmesurada propagación de sus exitosas ficciones. Vistas a distancia, incluso la juventud más cool de nuestros días sabe lo que Narciso y Edipo pretendían: en sus destinos participa más bien el aburrimiento. Ella  no ve en ellos paradigmas del ser humano, sino miserables fracasados carentes, en el fondo, de toda significación”

Además del griego, está Shakespeare, la mitad de sus obras podrían ser consideradas origen del Género Negro, o si no se le podría preguntar a los hermanos Cohen sobre tantos shakespeares revisitados y convertidos en… Los Hermanos Cohen.

Hideki Noda
Teatro Puro.

Se pueden poner también ejemplos de Teatro, y no sólo lo que se le parezca. Hay varios, cumplen todos los requisitos y se entrecruzan con otros géneros negros, sobretodo el de la comedia.

The Bee de Hideki Noda
The Bee. Versión Teatral
39 Escalones de Hitchcock

El Vientre de la Ballena de Fabio Rubiano.
Marcela Valencia y Dário Varga en El Vientre de la
Ballena. Teatro Mladinsko-Tearo Petra

Arsénico y Encaje de Joseph Kesselring
Cary Grant con sus dos tías en la versión para cine


Segundo Perro.

La Revista ya se lanzó en Bogotá y dentro del marco del Hay Festival se lanzó en Cartagena.
El segundo número está casi listo para salir, está dedicado a Colombia: escritores colombianos de género negro. Habrá sorpresas.
Colombia por lo macabro de sus historias, el poder que tiene el asesinato y la cotidianidad de lo sórdido, ha debido ser la pionera.
Sus escritores también.
Aunque hayan nacido en Colombia.
Probablemente lo son.
Hay que leer Aceitedeperro.







[1] El Teatro Negro que conocemos es el que se trabaja en caja negra, sin textos y con luces especiales (luz negra por lo general), y su nombre está referido a la técnica no al contenido. El grupo más representativo de esta rama es el teatro Negro de Praga.
[2]http://www.semananegra.org/
Página web de la Semana Negra de Gijón dirigido por Paco Ignacio Taibo II
BLOG que reseña lo que sucede en novela negra en el mundo

Revista virtual. En Español
Sobre Dashiell Hammett.
Librería especializada en género negro y policial con un fondo - internacional- de obras muy completo.
Página del Taller de Novela Negra de la Universidad de Alicante.
Web sobre literatura con un amplio apartado dedicado a la novela policíaca, historia, autores, enlaces y algunos textos clásicos.
Varios Artículos de Paco Ignacio Taibo II
Página con información sobre Hammett, Cain, Gresham, Pelecanos. En inglés.
Revista de Novela Negra
Ya está cerrado, pero tiene buenos datos
[3] Peter Sloterdijk. Ira y Tiempo. Biblioteca de Ensayo Siruela. 2006

martes, 18 de enero de 2011

Las Frases Malditas de la Dramaturgia.


Tienes dos minutos para convencerme de que tu historia vale la pena.
Anónimo.

De dónde salieron.

Desde hace muchos, muchos años, rondan en el universo de los dramaturgos, de los novelistas, de los guionistas y libretistas, de los cuentistas, narradores y de casi todos los escritores en general, una serie de pautas, frases, axiomas, postulados, no sé que nombre exacto darles, que con el tiempo se han convertido en mitos, en verdades a la fuerza. 

Moisés rompiendo las tablas. Gustavo Doré

Es difícil conocer su origen, saber quien los inventó, más teniendo en cuenta que se repiten a diario en salones de clases, talleres de narrativa, libros de dramaturgia y especies afines. Aparecen previo a la actividad creativa, durante y al final que es cuando duele más. Cuando después de muchos esfuerzos, cuando creemos haber hecho la tarea y nos disponemos a ofrecerla, escuchamos estas frases, o las vemos acuñadas en una placa en el escritorio de productores o editores.
Como la que encabeza este artículo.

Son derroteros, frases irrebatibles que dichas con énfasis y contundencia por alguien con mucha reputación, calan en nuestra memoria y se quedan hasta ese día aciago en que, condenados desde que las escuchamos, llegamos a cometer el acto repugnante de repetirlas como si fueran nuestras. Perpetuamos la leyenda.
Una leyenda falsa que poco ayuda a quien quiera escribir.
No sin recelo las vuelvo a decir.

Ilustración de Tomas Ott

Cuántas veces hemos escuchado:
No empieces a escribir si no sabes el final.
No puedes escribir si no tienes claro lo que vas a decir

En alguna ocasión hemos visto acuñada en una placa metálica o de acrílico en grabado láser la frase:
Si no puedes resumir tu historia en dos líneas, tu historia no es clara.
O
Cuéntamela como si lo hicieras para un niño de 6 años.

Algún, muchos maestros pueden haber dicho:
Debes tener claro en qué género está inscrita la pieza, si en comedia, en drama, en tragedia.

Miles de colegas han expresado que:
Aquello que más causa terror es la página en blanco.

Cuántos espectadores, lectores, público y colegas nos han preguntado: 
¿Cuál es el mensaje?

Cuántos intelectuales no han expresado su contundente:
No puedes hablar de lo que no sabes.

Comienzo por este, por el final como no se debe.

No se debe.

Dentro de los muchos No se debe, está el de estar seguro de lo que se va a decir, de lo que se va a escribir.
¿Quién está seguro?
En Teatro, más que decir lo que se sabe, bien valdría la pena preguntar lo que no se sabe.
Sí, como un niño.
Se puede afirmar: De lo que no se sabe se puede hablar.


El mismo Wittgenstein[1], tan reputado en los círculos filosóficos y académicos tiene su famosa frase que es acuñada por los ilustrados de acuerdo a la ocasión:

Sobre lo que no se puede hablar, es mejor callar[2].

¿De qué no se puede hablar en una pieza dramática, en un relato de ficción?
¿De la existencia de Dios?
¿De los lugares que no he visitado?
¿De las prácticas que no he realizado?
¿De la bondad de los violadores?
¿De las cuentas en las Islas Caimán de la Madre Teresa de Calcuta?

No sé si Julio Verne haya estado en Siberia para escribir Miguel Strogoff, creo que no. De lo que sí estoy seguro es de que no estuvo en la luna ni en el centro de la tierra. Y vean lo que resultó.

Sí.

De lo que no se puede hablar, es mejor no callar.

La Luna de Verne en versión de Georges Melies


Final.

Antes qué saber el final, podría preguntarme, ¿dónde está el final? o ¿qué considero final?, puedo decidir que la pieza se termine con el principio de la historia.
No siempre el desenlace es lo definitivo y no siempre es el antecedente de la palabra FIN.
Insisto en que el superobjetivo del personaje, el que al final logrará y le dará la felicidad anhelada, o no logrará y lo llevará a la tristeza suprema, por poner sólo dos ejemplos en una estructura tradicional, no resultan ser los más importantes de la obra.
Lo que sucede entre el principio y el final: los pequeños obstáculos (que nunca son pequeños) y los mecanismos para superarlos en ese recorrido para llegar a los grandes, es lo que verdaderamente va a darle poder y sustento a la historia.

Dramaturgo, director, investigador, maestro José Sanchis Sinisterra

El final es importante claro. Sanchis Sinisterra se pregunta ¿cuándo comienza el final?[3], habla del final como último gesto dramático, afirma que en esa firma de testamento el autor dice: “ésta es mi última voluntad… comunicativa” o “Esto es todo lo que quería decir” pero también: “No sé que más decir”; o “No hay nada más que decir”. 
En sus talleres proponía siete finales posibles. Cada uno con un valor diferente.
Claro que es importante, por eso hay que escribir la obra y acabarla, no acabarla antes de escribirla.

Los manuales de guión por lo general exigen que el final se de solo hasta cuando el héroe supere las adversidades y consiga lo que ha salido a buscar.

Dentro de los muchos posibles finales podemos diferenciar dos en concepto: Final Cronológico y Final Estructural. Uno está referido al tiempo como lo conocemos (1,2,3,4,5…10), y el otro a la sucesión de acontecimientos de acuerdo al orden que disponga el dramaturgo en la estructura elegida (9,5,7,2…1 o 1,5,9,3…etc.).


Harold Pinter. dramaturgo y Premio Nóbel 2005

En Traición (Betrayal) de Harold Pinter, la pieza comienza cuando dos ex amantes se encuentran después de un tiempo de dejar de ser amantes, es el final cronológico.
Este final cronológico sería lo menos importante si estuviera al final estructural de la obra, pero está al principio, y adquiere su valor verdadero al final estructural de la pieza. Los pequeños acontecimientos, en el orden en que el autor los pone (que no es el cronológico), le dan un carácter no solo informativo o de transición, sino definitivo.
Final y principio al mismo tiempo (Y en sentido contrario diría la Señorita Antioquia)

The End


¿Y si la historia no se acaba, el problema no se resuelve, no se cumple el objetivo, las preguntas no se responden, los cabos no se atan?
También puedo comenzar y terminar de escribir.
Narradores tan poderosos como Raymond Chandler, J.D. Sallinger, Raymond Carver saben dejarnos en sus relatos sin los finales que exigen las frases malditas.

Si no sé el final, claro que puedo comenzar, claro que puedo continuar y claro que puedo terminar. Terminar incluso sin el final.
Y comenzar no necesariamente por el principio.
Las obras que permanecen continúan, no terminan.

Nuevo para decir.

Una niña de familia evidentemente acomodada, vive una vida feliz con sus padres; el padre un día es llamado a la guerra dejando solas a su esposa e hija, la madre al poco tiempo recibe la notificación de que su esposo ha muerto. 

Ilustración de The Hapless Child de Edward Gorey.

La madre enferma y también muere, la niña queda al cuidado del abogado de la familia quien la deja en un internado donde la niña sufre tanto que termina escapando. 


Ilustración de The Hapless Child de Edward Gorey

Fuera del internado queda a merced de varios hombres con oficios dudosos, que la venden y la maltratan hasta que ella queda prácticamente ciega. 

Ilustración de The Hapless Child de Edward Gorey
Su último captor enloquece y ella sale a la calle, y al cruzarla un coche la atropella. Descubrimos que es su propio padre quien conduce ese coche y que en realidad no estaba muerto.

Ilustración de The Hapless Child de Edward Gorey

El padre va hasta la niña la levanta del piso, toma en sus brazos y al verla… no la reconoce.
Fin.

Esta es una historia de Edward Gorey, cuyo oficio es difícil de describir: ilustrador, escritor de literatura infantil de terror... cada uno lo ubicara donde mejor lo sienta. Autor de libros como: Los Pequeños Macabros (video)



El Ala Oeste y El Dios Insecto, La Niña Desdichada  -al (a la) que hago referencia-,

Sus narraciones navegan entre el estereotipo melodramático y la sorpresa permanente, por hablar solo de dos de las múltiples posibilidades que derivan de verlo o leerlo.

El inicio de las historias es de una simpleza extrema: una niña con su buena familia, una mujer comiendo uvas en el asiento de un parque, una mujer joven llamada Rose que se desmaya, o unos amigos que van cerca a una Estación para ver que pasa.
Allí parecería que no hay nada nuevo para decir, pero muy pronto o más tarde, las cosas toman tintes impensables, la niña muere por culpa de su padre (ya lo vimos), los amigos entran a un túnel del que no vuelven a salir, Rose acepta cualquier cosa que le propongan sin que sepamos por qué, etc.
Lo nuevo, puede no estar en la idea novedosa. Para utilizar una frase no tan nueva: muchas veces lo desconocido está en lo oculto de lo conocido.

Edward Gorey.


“Si no tienes nada nuevo que decir no lo digas” no vale con Edward Gorey, a veces las historias son tan repetidas y se sospecha tan definitivamente del final, que la anticipación se disfruta más que la sorpresa. La sorpresa en este caso es la inevitabilidad de lo esperado. A veces la sorpresa es tal que no es posible definir cuando nos “engañó”.
Un ejemplo más de aquel que dice aquello que quiere de la manera que quiere.
A su manera.

Teseo y Ariadna frente al laberinto.

Hablar o Callar.

¿Vale la pena repetir lo que ya está dicho?
Esta pregunta anularía en parte la defensa de lo ya dicho en el punto inmediatamente anterior.
De esa contradicción también se trata.
Si no tengo ninguna duda acerca de algo, si conozco las respuestas. ¿Con qué objeto escribo? ¿para transmitir mi gran conocimiento a los no iniciados, a la comunidad ignorante?
Debe haber una pregunta, una gran pregunta, o una pequeña pregunta desde la cual esté involucrado. Si sé las respuestas, para qué las preguntas, para qué ir a un concurso en el que ya sé que voy a ganar, no tiene gracia que Teseo entre al laberinto con GPS.

Mensaje.

Ante la insistencia del mensaje, ante la pregunta de cuál es el mensaje de nuestras obras, podríamos evadir la responsabilidad ética y decir como la Bailarina: “si pudiera decir con palabras lo que acabo de mostrar, no habría bailado una hora frente a usted”
Pero no. Hagamos un ejercicio de responsabilidad.
Más allá de que una obra plantee que esto o aquello “debe ocurrir” o “no debe volver a pasar”, recordemos que el Teatro no da respuestas, y que el accionar correcto frente a los débiles no siempre ayuda a los débiles y no siempre funciona en lo dramático.
Además, quién ha dicho que los otros son los débiles y no nosotros.

Flipper. TV años 70s
¿Es necesario volver a decir que hay que conservar los mares?
Posiblemente, pero no diciéndolo como ya se ha dicho.
El mar, el medio ambiente, los inmigrantes, los desplazados, las ballenas, los indígenas, los delfines, los latinoamericanos (¿que no sé muy bien qué es eso?)
Se han, nos hemos vuelto, temas permanentes en nuestra escritura: el personaje se ha victimizado y la victimización y sobrevictimización:
Debilitan el personaje.

El pobrecito mar
El pobrecito inmigrante
El pobrecito niño sicario

Están de antemano justificados, porque todos han sido dañados por la mano del hombre:
Si hay un Tsunami, una parte de la población dice que el mar está respondiendo por tanta agresión.
Si hay un robo de un afgano en Berlín nos solidarizamos con el afgano, por ser afgano y por estar en Berlín, sin preguntarnos más allá.
Un asesinato cometido por un niño o un adolescente de inmediato nos indica que hubo unos padres culpables o una sociedad que se merece ese tipo de castigo.

Un Mara

Cada una de estas conjeturas puede tener algo o mucho de razón, ciertos sectores de la sociedad han estado provocando sistemáticamente este tipo de conductas, pero no todos. Hay sectores que tratan de que no haya muros y son tan valiosos como los que buscan luchar contra el tráfico de inmigrantes para cruzar la frontera.
Y ahí no termina, la profundidad de una situación aunque sea la más ordinaria, es tal que una sola posición es endeble.
Ponerse definitivamente a un solo lado debilita la construcción del personaje.

Quien se conmueve con la situación de un palestino ante la fortaleza de Israel, por lo general se conmueve también con la situación de un judío en los campos de concentración alemanes, o bajo la monarquía española, o lo que sufrieron frente a las legiones romanas que les destruyeron Jerusalén. Cosa que también sufrieron los palestinos.
¿Entonces?
¿Nos vamos contra Roma?
¿Cómo?


¿Contra el Imperio Romano, contra Mussolini, contra La Lazio, contra el A.S. Roma?
!Malditos Cafú, Francesco Totti, Fabio Capello, Alessadro Nesta, Falcao, colaboradores de los equipos del Imperio Romano que destruyeron Jerusalén...!

Tomar partido porque sí, nos podría llevar a evadir la responsabilidad del dramaturgo de darle igual valor a cada uno de los personajes. Si no le doy la razón al monje pederasta que obliga a sus pequeños a que lo masturben como dicen algunas víctimas que lo hacía Marcial Maciel, no puedo escribir. 


Marcial Maciel.


Si sólo lo repugno no hay movimiento, no hay conflicto, y el primer conflicto lo debo tener conmigo mismo. Puedo juzgar en la vida, no en la escritura.
El mensaje puede estar en algún lado, refundido mejor, para el autor primero.
Poner al corpulento policía con la nuca roja golpeando al indefenso adolescente negro sin compasión, nos pone en un lugar seguro, no se arriesga mucho, hemos tomado partido y mandamos el mensaje contra la represión de los redneck contra los afro.
Pero no olvidemos que el dramaturgo debe querer a sus personajes como una madre quiere a sus hijos: por igual, igual al drogadicto, al homosexual, al ladrón y al que trabaja para mantenerlos a todos.
Esas mamás tampoco existen, pero supongamos.


La Madre de Whistler en versión de Rock Veitch.

Resumen en Dos Líneas.

Si no puedo resumir en dos líneas lo que tengo, mi historia también vale.
¿Alguien podría resumir en dos líneas alguna de las piezas de
Heiner Muller?, ¿en 20 líneas las de Schimmelpfennig?

Luisa Vargas, Leonardo Lozano y Adriana Romero en
La Mujer de Antes de Schimmelpfennig.
Dirección de Víctor Viviescas para Teatro Vreve

Podemos decir que no, porque a veces Heiner Muller y Roland Schimmelpfennig no tienen historias y aunque las tengan, no son historias para ser resumidas.
Thomas Bernhardt y Harold Pinter siempre las tienen pero uno no las descubre con mucha facilidad.
Y menos en dos líneas.

Género.


Hablar de comedia, tragedia, farsa, drama, melodrama en este país (incluso en el mundo de hoy en día), en una situación como la de este momento tan agitada y cambiante, es más que complicado, incompleto, precoz.
Cuando la gente aplaude a quien le hace daño como sucede en Colombia (¿desde la conquista?), no queda claro dónde comienza la tragedia y donde termina la comedia. Las elecciones, cada vez que las hay, demuestran eso (con excepciones): 
Escogemos lo peor.
No digamos Colombia, para no hacer referencia únicamente a los sub-americanos, como han decidido ahora llamarnos a los de estos lados, pensemos en una de las cunas del arte: Italia (siguiendo con lo del Imperio) por ejemplo. Un país desarrollado, europeo: al igual que nosotros varias veces han seguido a un delincuente. 


Me atengo a lo que dice para L'espresso Umberto Eco sobre los italianos: “El problema de Italia no es el presidente del Gobierno, Silvio Berlusconi, sino una sociedad italiana enferma que le permite acumular poder” o "…no fue la energía de (Benito) Mussolini, sino la indulgencia de los liberales del momento lo que llevó a éste al Gobierno. He aquí por qué es necesario en ocasiones decir que no, aunque, de manera pesimista, se sepa que no sirve para nada. Al menos para que un día se pueda decir que se dijo"[4]

Hay (hubo) razones claro, pero las razones son casi tan absurdas como las que llevaron a los electores a la votación.
Es esto una tragedia, no, es una farsa, no, es un melodrama, no, es una pieza didáctica… mientras intentamos definirlo se nos va la vida, se nos pasa el tiempo.

También puedo tener claro el género exacto, por qué no, cualquiera puede decir: 
Yo quiero una comedia
¿Sobre qué?
Podemos volver a contar la vida y peripecias de un latino en Nueva York o
Puedo intentar con el stand-up
o
Podemos contar las maromas de un violador (¿El Padre Maciel?) buscando niños a la salida de las escuelas.

Y además insistiendo en que sea una comedia.


La Página en Blanco vs. La Página en Negro.

La búsqueda de lo nuevo, lo novedoso, lo innovador, ser el pionero y no el imitador. Es una insistencia de todo, o casi todo artista: ser un creador. Un creador no va a lo preexistente.
Pero puede que no haya que inventar una historia, ni comenzar a buscar algo que me sorprenda (por lo nuevo, diferente, distinto) y sea interesante para la gente, el público, mi familia, mis amigos, mi barrio, las mujeres que me despreciaron en la adolescencia (como dice Bergman).
Se puede parar.

Ilustración de Thomas Ott.

La página no está en blanco, está en negro.
Lo que se puede hacer no es buscar como llenarla, sino limpiar y encontrar las cosas que no se han dicho, o que se han dicho de otra manera.

Thomas Ott, un artista, un ilustrador, dibujante de historietas (Tales Of Terror, La Douane, La Bette a Cinq Doigts, Greetings From Hellville, Recuerdos de México...) trabaja con un fondo negro, su página está en negro y él la va arañando en búsqueda de lo que quiere. "carte-a-gratter" algo como tarjeta de raspar. Raspando o pintando con finura partes blancas sobre placas negras.

¿Cuál es nuestra página en negro, nuestra primer idea, el primer referente?
Nosotros.
Y no me refiero simplemente a la experiencia porque si no he tenido una relación homosexual o no estado involucrado en una matanza ¿entonces no puedo hablar de ello?

Ilustración de Thomas Ott.

Si la he pensado, como repudio o como aceptación o como deseo: Sí la he tenido.

Antes de ir al pensamiento correcto (las ballenas, el mar, los niños asesinos…), puedo ver qué tengo de desconocido y de incorrecto respecto a mi y al mundo. Ahí sí que puedo comenzar, no me quedará tiempo para la página en blanco.
No es un camino psicoanalítico no, es un camino creativo.

No es bueno ni malo que yo haya mirado los brazos del esposo de mi mejor amiga o que se me salga una leve sonrisa cuando una colega no triunfó, no me debo azotar por eso para curar la culpa que me da tener sentimientos mezquinos. 
Ahí hay material. 
Escritura Peligrosa lo llama Tom Spanbauer.


Dudo que la actitud artística sea esconder esos sentimientos mezquinos y vergonzosos, y emprender un camino de reparación y búsqueda de la paz interior.

Lo que puedo es tomar ese material tan normal y sano, y trabajarlo.

El referente: Va dirigido a las acciones, al hacer y a las consecuencias de ese hacer. No es la búsqueda de una emoción estática, no es lo que los actores llamamos “memoria emotiva”.

Preguntas.

Lo que me parece más cercano a un punto de partida, lo he estado repitiendo a lo largo de esta exposición es: Una pregunta.
Una buena pregunta.
Qué es una buena pregunta: una pregunta que genere movimiento, fricción, tensión, sobretodo en quien la hace.

El  movimiento depende de una maquinaria, de una estructura, de leyes que lo muevan desde adentro. El primero que lo planteó fue Aristóteles (en occidente) de eso hablaremos después.

A Manera de Conclusión.

Todo lo anterior no para crear nuevas verdades. Lo que propongo son caminos para evitar los bloqueos, mecanismos para desenredar las trabas en el momento de escribir.
“Malditas” puede ser una palabra fuerte cuando han sido emitidas por aquellos a quien les funcionó, como Cortazar y García Márquez, pero “malditas y muy malditas” si te detienen, si no te permiten continuar, fluir en la escritura.
Es inútil desconocer las reglas, lo mejor es conocerlas, incluso las malditas, y utilizarlas, reinterpretarlas, a lo mejor venerarlas, pero con la cautela de seguir adelante.
Trabajar en el doble estándar, sin determinismos, eludiendo el monopolio de los conceptos, creando los propios, produciendo lo que queremos, no lo ya producido.
Gracias.

Ilustración de Thomas Ott.




[1] Ludwig Wittgenstein. Tractatus logico-philosophicus. Alianza Editorial. 1973
[2] Tiempo después, Wittgenstein rechazó ciertas tesis de su primer obra. Desconozco si se refirió a su más famosa frase.
[3] José Sanchis Sinisterra. La Escena Sin Límites. Fragmentos de un discurso teatral. Capítulo: Cinco preguntas sobre el final del texto. ñaque editora. 2002
[4] http://espresso.repubblica.it/dettaglio/il-nemico-della-stampa/2104060&ref=hpsp