domingo, 16 de octubre de 2011

El último Sancho Panza


¿Es que no has oído hablar de cómo un ave marina fue llevada por el
 viento tierra adentro y fue a parar a las afueras de la capital de Lu?
El príncipe ordenó una solemne recepción, ofreció vino al
ave marina en el Sagrado Recinto, hizo venir a los músicos
para que tocasen las composiciones de Shun,
 sacrificó cabezas de ganado para alimentarla.
Aturdida por las sinfonías,
la desgraciada ave marina murió...[1]


Cuando se muere un artista tan completo como Peñuela, que ha sido cercano y definitivo en la carrera de muchos, uno debe detenerse a hablar de lo real que fue su vida y lo reveladora que es su muerte. Los artistas que se ríen tan fuerte como Peñuela y que contagian con su trabajo, talento y disciplina, también dicen adiós sin avisar, sin programa de mano, sin instrucciones de cómo entender esa obra que se acabó, y frente a la que uno tal vez estuvo distraído sin darle toda la dimensión. Hay que ver la obra que sigue, la que continúa después de los aplausos. A la salida del teatro.
Cesar "coco" Badillo y Fernando Peñuela. Quijote y
Sancho en El Quijote.

A los artistas que permanecen y dan la pelea por el teatro a veces los llaman quijotes, por su insistencia en una  profesión que para muchos es una lucha que de antemano está perdida, por perseguir sueños y porque en su condición de sueños son irrealizables y se quedan en ese nivel, en el de lo no realizado, en un mundo impalpable, imposible, fantástico, y en los términos del mundo actual: improductivo. Valga este momento triste por la desaparición de este gran artista que fue Fernando Peñuela, para decir que todo eso, aunque suene muy bonito y a veces halagador, es una visión incorrecta y alejada de la realidad. Por momentos la buena intención es ofensiva.

Muchos dicen, “qué vida la de ustedes ¿No?” Como si no existieran los horarios, las jornadas agotadoras ni los pagos atrasados. ¿Se podría en este caso decir: “qué bonita la muerte de ustedes”?

Fernando Peñuela hizo teatro, no como un sueño irrealizable, sino como una realidad realizable, palpable y con más dividendos de lo que cualquier otra empresa pueda dar.

Comienzo hablando del Quijote no tanto porque sea uno de los referentes obligados de cualquier artista sino porque uno de los últimos personajes de Peñuela (¿el último?) fue Sancho Panza, paradigma de lo terreno, de lo efectivo, de lo real, frente a lo efímero de las empresas en apariencia fallidas del Quijote. Esa bipolaridad también es errónea, pero más adelante hablamos.

Álvaro Rodríguez, Peñuela y Hernando Forero "Policarpo"
en Guadalupe años sin cuenta.
Cada noche, antes de las miles de funciones que hizo, de todas las obras que escribió y de todas las que dirigió, Fernando estaba en el mundo real y se preparaba con tanta disciplina, que de lo que más hacía acopio era de la realidad. Cada obra requería horas y horas de preparación, investigación y ensayo. Peñuela llegaba al teatro, organizaba su vestuario, alistaba su maquillaje, repasaba sus textos, discutía sobre si alguno de los gestos, los textos o los movimientos se podrían o reforzar o cambiar o modificar para hacerlos más contundentes y efectivos a la hora de relacionarse con ese público que ya estaba llegando a la sala. Pensaba en el público, pensaba en la obra, pensaba en sus compañeros, pensaba en su personaje, y si preguntaba, discutía y reflexionaba sobre cuál de las opciones era la mejor, era porque le importaban los que estaban al lado de allá, el público, la otra parte de la realidad que completaba el círculo.

Hacer teatro no era para él un sueño que se cumplía en una esfera supraterrenal, sino una verdad ejecutada en un momento exacto y preciso, el momento de la función. Estar en escena haciendo lo que durante tantos meses se había preparado, adquiría sentido porque había gente compartiendo y presenciando el resultado de tantas reflexiones y ensayos.

Los años del taller.

En el Taller Permanente de Investigación Teatral dirigido por Santiago García, tuve la suerte de compartir seis años con Peñuela. El primer día, buscando historias para preparar nuestro primer ejercicio para una investigación sobre el distanciamiento brechtiano y la escena callejera, Peñuela contó lo siguiente, que entre otras cosas fue real:

Un joven de muy buena familia trata de estacionar su Mercedes Benz convertible en un espacio muy reducido frente a una panadería de moda en los años 80 llamada Auto Pan (la versión ochentera de lo que hoy sería PanPaYa). Retrocedía y avanzaba para cuadrar lo mejor posible. En medio del esfuerzo llegó otro joven en un Renault 4 engallado, de esos que sonaban muy duro, y sin mayor esfuerzo le robó el puesto y en dos segundos se estacionó, bajó de su Renault orgulloso y le dijo al distinguido joven del Mercedes: "el mundo es de los vivos" y entró a la panadería. A los pocos segundos y desde adentro de la panadería, el joven del Renault 4 escuchó un ruido estridente, y después otro y finalmente un tercero. Ante el alboroto de la gente, el joven salió y vio como su Renault 4 estaba destrozado porque el otro lo había estrellado tres veces sin que a su Mercedes le pasara nada. "¿Qué hizo?" pregunto desesperado el joven del Renault 4. El otro, tranquilo y sonriente, le respondió desde su convertible: "el mundo no es de los vivos, es de los ricos, marica" y se fue.

Todos, como el joven del Renault 4, quedamos en silencio.
Así eran las historias de Peñuela, contundentes y perturbadoras. No había forma de tomar partido de inmediato por alguna de las partes, no era evidente en sus narraciones, y cada cosa que contaba daba para una obra. Quién había obrado mal no era lo importante; como estábamos trabajando Brecht, lo importante era ver las causas de la situación, las versiones que sobre ella se suscitaban o las condiciones que hacían que una cosa así pudiera suceder.
Desde el día en que contó la historia del Renault 4, admiré más a Peñuela, no solo a él, a Cesar "Coco" Badillo, compañero también del taller permanente y sabio como el otro, pero esto que escribo no es sobre Coco, sino sobre Peñuela que fue el que se murió. Coco está más vivo que nunca.

Pasar de ser referente obligado y eje del Teatro La Candelaria, a ser un actor de reparto en series donde nadie lo valoraba y donde su voz no tenía la contundencia que tenía en su grupo, es un cambio que desestabiliza a cualquiera. El trasteo de una casa normal donde se discutía todos los días, a una casa más cómoda donde nadie se escuchaba, no deja vivo a nadie. Un ave marina que soporta lo desconocido, pero no cuando hace tanto ruido.
Peñuela pasando una carta de amor en El Paso
Sin culpas.

La conclusión no es que mejor se hubiera quedado pobre porque era feliz, no, eso es bobo. Peñuela no era pobre y con el cambio tampoco se hizo rico.
Tampoco es que la televisión sea la mala y el teatro el bueno, no. También hay obras de teatro perversas y series de televisión extraordinarias. La reflexión no se debe mover en dos polos, nos lo enseñó Peñuela, nos lo enseñó García, nos lo enseñó Brecht.
A mi la televisión me ha dado para hacer, sobretodo, mucho teatro.
La conclusión es que hay artistas que deben ser ricos en su hábitat, que uno de los descuidos más grandes con los creadores que han construido una imagen verdaderamente buena para el país, es ése: que se vean obligados a dejar de hacer lo que saben en un nivel doctoral, para ponerse a hacer lo básico en un nivel primario.

Peñuela pasó de ser uno de los motores de un grupo que hizo que el teatro colombiano fuera una referencia mundial, a ser una tuerca fácilmente reemplazable de la maquinaria televisiva; esa factura no se paga muy fácil. Y repito que no culpo a la televisión, ésa es una discusión tonta; ella tiene sus reglas, paga muy bien, y a veces le da reconocimiento a algunos que mereciéndolo, no lo obtuvieron en otro lado (a veces le da reconocimiento, y en demasía, a algunos que no se lo merecen en ningún lado). Si se entra a la televisión, hay que saber que cualquiera es reemplazable (aunque te hagan sentir irremplazable esos tres meses), y que la calidad se mide por el éxito. En teatro, en el teatro que Peñuela hacía, el éxito en nada influía la calidad de las propuestas. Peñuela se arriesgó a dejar una cosa por otra y no midió las consecuencias, salió a buscar algo que me atrevo a decir que no encontró, y cuando volvió del viaje ya no era el mismo. En el teatro, su vida tenía razón de ser; en la televisión, tenía para comprar cosas. ¿Quién lo juzga? Yo seré el último, comprar cosas es un placer, y no creo además que ese haya sido el objetivo fundamental de Peñuela, fue un complemento, pero cuando lo tuvo, aquello que complementaba ya no estaba.
Santiago García.
Lo que me duele de su desaparición y de la manera en que se fue, es que siendo un maestro con un talento que se ha debido explotar mucho más, siendo uno de los llamados a tomar las banderas de García, junto a Coco y Patricia, se haya apartado, haya disuelto una gran carrera de más de 39 (¡39!) años en un anonimato injusto, actuando en cosas que no tenían la trascendencia de las anteriores y donde él y su inteligencia ya no contaban. Ya no estaba en ningún lado. Pasó de un mundo real a uno, ese sí, irreal.

¿Hizo mal? No, claro que no. Se cansó, y todos tenemos derecho a cansarnos. Por eso me duele, por eso me asusta, porque no quiero que otros sigan sus pasos, porque no quiero cansarme yo.

Hicimos cosas.

Días antes de que decidiera su muerte, Peñuela visitaba a un excompañero enfermo, y le insistía en que dijera algo así como “sus últimas palabras” que él se las grababa en una grabadora que tenía (hace una escena similar con su personaje de la Tras-Escena). Le dio dos cartas de un naipe, de esas que tienen un avión por detrás, el ocho de picas y otra, y le dijo, no sé si para calmarlo o para hablar de sí mismo: "ya hicimos hermano, hicimos cosas, hicimos cosas" como si la historia se hubiera terminado y las "cosas" que se hicieron hubieran sido suficientes. No, aún faltaban más cosas Peñuela; queríamos volver a ver ese Sancho Panza que gritaba "chitón, chitón, chitón" y que el Maestro García imitaba en sonoridad y métrica al decir "Peñú, Peñú, Peñú, se nos fue Peñuela", el día de su velorio; queríamos volver a escuchar las historias que nos disparaban la imaginación, como aquella del domingo ese cuando Peñuela, después de una noche de fiesta, se levantó con la cabeza a punto de estallar, con sed, con hambre, con ganas de caldo, y salió a la séptima (vivía en esa época en la 23 con 8a.) y lo primero que vio fue un elefante, sí, un elefante caminando por la carrera séptima. Peñuela se devolvió a su casa y se volvió a acostar asustado por no saber qué era lo que había tomado, y seguro de que no debía haber sido nada bueno para estar alucinando de esa manera. La resolución de la historia no es tan emocionante, pero hay que decirla, hay que contarla en aras de legitimar la veracidad del relato: por esa época, los circos que visitaban la ciudad tenían permiso para promocionar su espectáculo paseando por las calles. Pero eso lo supo al otro día.

Foto de Mary Ellen Mark. Ram Prakash Singh 
with Elephant Shyama , Great Golden Circus. 
Ahmadabad, India, 1990. 
La Tras-Escena.

La Tras-Escena, una de las obras de “autor” de La Candelaria, escrita y dirigida por Fernando Peñuela mostraba las angustias y relaciones dentro un grupo de teatro (La Compañía Nacional de Teatro) que hacía una obra sobre el descubrimiento de América. Era sorprendente en su estructura y en la manera como muchas líneas de personajes se entrecruzaban, y como los espacios de escena y trasescena se conjugaban para generar todos los conflictos. Peñuela, además de dramaturgo y director actuaba, hacía uno de los indios. Entre otras cosas, los de La Compañía Nacional de Teatro -CNT- habían contratado indios de verdad para hacer más real la representación. La escena es inolvidable, los indios reales no quieren actuar porque no les han pagado los honorarios, y el director de la CNT (D. Esteban, hecho por Santiago García) está desesperado porque entran en la siguiente escena. El Indio habla en un lenguaje metafórico que D. Esteban no decodifica

MANOLITO.[2]
(Entra seguido del traductor indígena)
Don Esteban. Aquí está el indio ese.

D. ESTEBAN.
(Al traductor)
¿Qué es la carajada joven? Dígale a su jefe que sus colegas tienen que entrar a escena, inmediatamente.

TRADUCTOR INDÍGENA.
Señor Esteban: no hay lugar para reposo, la tierra será lo que son los varones. Aun así en los caminos, ando recogiendo perlas...

D. ESTEBAN.
(Desconcertado)
¿Qué fue lo que dijo?

TRADUCTOR INDÍGENA.
Indio Yaku-Runa no trabaja hasta no recibir el pago convenido.

D. ESTEBAN.
¿Ustedes se volvieron locos? El convenio fue un contrato donde dice que ustedes primero trabajan y después se les paga, como en cualquier parte de mundo.

TRADUCTOR INDÍGENA.
Mi señor Chuya-Chaqui dice: Pago adelantado para hacerles el trabajo gustosos, porque no hay garantías.

(Todos angustiados requieren a los indios en escena)

ZAPATA.
¡Don Esteban, los indios tienen que entrar a escena!

D. ESTEBAN.
¿Y yo qué puedo hacer? No ve que nos hicieron paro estos indios... ¡Le ordeno joven, decirle a sus compañeros que tienen que entrar a escena ya! ¡Inmediatamente!

TRADUCTOR INDÍGENA.
...Tengo la preciada flor del tigre, pero sigo perforando mi esmeralda...

MANOLITO.
Aquí está la copia del contrato Don Esteban.

D. ESTEBAN.
Manolito, tiene que hacer que estos indios entren a escena como sea.

MANOLITO.
Se encerraron en la bodega y no dejan entrar a nadie.

ISABEL.
(Entrando desesperada del escenario)
¡Esteban!, ¿Qué pasa con los indios? Andrés ya terminó el monólogo, ¿qué hacemos?

D. ESTEBAN.
Que repita el monólogo.

ISABEL.
Ya lo repitió.

D. ESTEBAN.
¡Que lo repita otra vez, y ustedes bailen, improvisen una danza! ¡Coño, esto sólo me pasa a mí!...
(Al traductor)
Mire, joven, éste es el contrato. Ahí dice que ustedes como contratados y nosotros como contratantes nos hemos legalmente comprometido las partes, a cumplir todos y cada uno de los acuerdos estipulados en el convenio…

MANOLITO.
Háblele un poco más claro Don Esteban.

D. ESTEBAN.
¡Usted no me joda!... Mejor dicho: Aquí dice que nosotros nos comprometemos a pagarles a ustedes, una vez hechas las presentaciones. Como cualquier contrato en cualquier parte del mundo.

TRADUCTOR INDÍGENA.
(Recibiendo el contrato)
… Que se les abran los ojos y el corazón. Sin darse cuenta el corazón se agria… Yo consulto con mi señor Chuya-Chaqui.
(Sale)

Más tarde, cuando el traductor regresa:

D. ESTEBAN.
¿Qué pasó joven, qué dijo su jefe?

TRADUCTOR INDÍGENA.
… Mi señor Chuya-Chaqui dice: Soy papagayo amarillo y rojo, lloro y me siento triste. Nadie tiene casa propia en la tierra.

D. ESTEBAN.
¡No más refranes, por favor! ¡No más refranes! El público los está esperando, la hija del presidente está sentada en su palco esperando verlos. ¿Van a salir? ¡Sí o no!

TRADUCTOR INDÍGENA.
Indio Yaku-Runa no convenía con estos papeles. Hasta no recibir adelantado, no trabajamos.

Y hacia el final de la obra, cuando ya la representación del grupo había pasado:

D. ESTEBAN.
… ¿Y usted todavía por aquí? ¿No se había largado ya?

TRADUCTOR INDÍGENA.
Señor Esteban, ¿cuándo y dónde nos van a dar el pago que nos quedan debiendo por la presentación?

D. ESTEBAN.
¿No les parece suficiente con el mierdero que nos armaron esta noche?, ¿Cuántas veces le tengo que repetir, que el dinero que se les queda debiendo se les dará el próximo martes en la oficina de asuntos culturales de la Presidencia?

TRADUCTOR INDÍGENA.
(Sacando una grabadora)
¿Me puede repetir eso aquí en la grabadora señor?

D. ESTEBAN.
¿Pero esto qué quiere decir? ¿Qué es esta ridiculez?

TRADUCTOR INDÍGENA.
Mi señor Chuya-Chaqui tiene que oír aquí su voz y yo traducirle. Para mayor garantía, señor.

D. ESTEBAN.
Esto ya rebasa los límites de lo racional. ¿Dónde ubico yo esto, en el surrealismo, en el absurdo? ¿Dónde se coloca esta pesadilla?

TRADUCTOR INDÍGENA.
Ya está grabando… En el Teatro, indio Gonzalo Monaira Jitoma, pregunta al señor Esteban: ¿Cuándo y dónde nos dan el pago que nos quedan debiendo por la presentación?

La obra (dentro de la obra), como lo había dicho, hablaba del llamado Descubrimiento de América; irónicamente, la periodista que hacía la crítica era española, la plata la ponía la presidencia y los indios que se usaban en la escena donde los agarraban a cañonazos, eran indios reales, no actores. En la calle, hay levantamientos y protestas, y por todo lado, detectives revisan y husmean cualquier acto sospechoso. Varios años le costó organizar y hacer cruzar todas las líneas, darles coherencia y unidad, pero el resultado es un ejemplo de estructura.

Cantando junto a Policarpo en El Paso.

TRADUCTOR INDÍGENA.
Muchas gracias, señor. Todo debe quedar bien claro. Yo le traduzco a mi señor Chuya-Chaqui.

D. ESTEBAN.
¡Ya no más! ¡Se me largan! ¡Váyanse para su tribu, para la selva, para la puta mierda, pero no me jodan más aquí!

TRADUCTOR INDÍGENA.
Yo soy el pájaro cascabel, señor.

D. ESTEBAN.
¡No más refranes! ¡No más!

Peñuela actuaba, cantaba, escribía, dirigía y tocaba instrumentos de música llanera, pero después de irse de La Candelaria, todo se fue reduciendo. No quiso volver, a pesar de que le ofrecieron alternativas, permisos, un año sabático. No era suficiente, ya había decidido, algo había cogido ventaja. Creo que desde ese momento comenzó a morirse.   A alistar las maletas.

Un día, tiempo después, compartí escenas con él en un set de televisión, y ése ya no era el Peñuela real, el artista con un componente creativo y con un interés estético; era un simple intérprete saliendo de una enfermedad que no le estaba afectando el talento sino el alma.

He debido hacerlo, y no lo hice: decirle lo importante que él había sido para mi vida en el teatro. Espero que lo haya sospechado. Por eso es que uno no dice las cosas, porque espera que el otro las sospeche. Las obras que hago, las que se hacen hoy en Colombia dependen mucho de lo que él hizo, de lo que nos enseñó; hasta el último día nos dejó (como se debe hacer en teatro) grandes advertencias. Como en el héroe trágico de Lukács (los héroes que mueren en la tragedia están muertos mucho antes de morir[3]) donde en la búsqueda de la trascendencia se incluye también el fin, se puede decir que Peñuela fue un héroe, uno de los que aun no han sido lo suficientemente reconocidos ni valorados en su grandeza. También, un indio que llegó con su poética a un espacio ajeno donde no era entendido, y también, Sancho Panza aterrizando y dándole forma, valor y uso a lo que no veían los quijotes.

No podría afirmar si Peñuela se murió feliz, yo creo que no. Vivió feliz largos tiempos mientras hacía lo que lo hacía feliz, y le dio felicidad a muchos. Pero como lo conocí, y como muchos lo conocieron, puedo arriesgarme a decir que hubo un Peñuela que fue feliz y hubo otro que se murió para no ser infeliz.
Peñuela (en su último Sancho) junto a "Coco"
en El Quijote.
Fernando Peñuela no transformó el mundo, pero hizo que algo cambiara, y sobretodo que algo creciera. Aquí seguimos recordando y aprendiendo de lo que él hizo, "cosas hermano, hiciste cosas", aprendimos desde esa primera historia que el mundo no es de los vivos, es de los que están vivos.
Artista.
Se puede decir más, mucho más, pero por ahora:
Chitón, chitón, chitón.
Elefante camina despacio cuando indio cabeza estallar.
Peñú, Peñú, Peñú.


[1] Tradición oral china.
[2] Fernando Peñuela. La Tras-escena. En “Cuatro obras del Teatro La Candelaria”. Ediciones Teatro La Candelaria. Primera Edición. Bogotá. 1987. Págs. 117-258.
El video casi completo está en http://hidvl.nyu.edu/video/000512398.html
[3] Georg Lukács. El alma y las formas. Teoría de la Novela. “Metafísica de la tragedia”. Ediciones Grijalbo S.A. Barcelona. 1970. Pág. 253. 

viernes, 12 de agosto de 2011

El Premio Oscar y el noruego asesino.


Pre-supuestos.


Dos hechos fundamentales en la cultura y la vida cotidiana sucedieron hace unos meses, La entrega del Premio Oscar a Mejor Película Extranjera a En un mundo mejor de Sussane Bier, y la sangrienta fiesta que se procuró el noruego Anders Behring Breivik.
Aunque a primera vista no haya una relación directa, la clave de violencia, el asesinato bajo argumentos cristianos, conservadores y antimarxistas como el del noruego, y los tres casos de violencia de la película nos dan  evidencias de que sí se emparentan.

Lego terrorista de BrickArms


Por nuestra vida, actividades, noticias, educación y (no pueden faltar) los medios, tenemos ciertas estructuras mentales que nos llevan a pensar y a darle forma a las cosas antes de verlas. Por ejemplo, cuando nos dicen modelo, actriz, teatrero, abogado, asesino, ministro, prostituta, ama de casa, terrorista, narcotraficante, ya tenemos estructuras mentales, imágenes previas que nos hacen identificarlos. Si nos dicen terrorista, hay, entre muchas, la imagen del árabe lleno de explosivos amarrados a la cintura, o imaginamos a un guerrillero gordo; nunca pensaríamos en primera instancia que un terrorista es un hombre bien vestido que sale los domingos a las afueras de la ciudad a comer postres con sus hijos y el perro.
Las amas de casa tendrían en el imaginario popular una representación más cercana a nuestras madres que a las curvilíneas Desperate Housewives.
Los teatreros son descritos como una especie de eslabón perdido con pelos y ruanas, mezcla de cantante de reggae (que no todos son rastas), vendedor callejero de joyas (que no todos se sientan en la calle) y hippie viejo (que no todos son pobres), además de sucios (Daniel Samper Ospina insiste); nadie pensaría en Kenneth Branagh, en Laura García, en Bob Wilson, en Carlos José Reyes, a la hora de hablar de teatreros; son elegantes, educados, formales y algunos, ricos. Muy ricos.

Robert Wilson y Peter Schumann. Teatreros.


Eso es lo odioso de las tipologías, que limitan, que reducen las cosas a una sola imagen.
En días pasados, cuando en Noruega se supo de la bomba y de la masacre de casi un centenar de adolescentes rubios, de inmediato algunos medios se apresuraron a decir que el atentado había sido obra de un comando colaborador de la Yihad Global en represalia por las fuerzas noruegas en Afganistán y por la caricatura que habían sacado de Mahoma. Para todos nosotros fue normal, lógico. “Ah, claro, cómo no, musulmanes”.
Cuando se esperaba la fotografía del moro barbado con turbante, la musulmana con burka o el adolescente envuelto dejando ver sólo los ojos, apareció el autor y resultó que no era moro, negro, latino, ni siquiera mezcladito, era mono[1], mono, mono, ojiclaro. No era musulmán sino cristiano y decidió matar a los de su propia raza para enseñarles a los de su propia raza que deben acabar con otra raza.


[1] En Colombia “mono” se les dice a los blancos o a los rubios.

Película sobre la intolerancia.


Advierto que contaré aquí cosas de la película En un mundo mejor, así que si no la ha visto, discúlpeme por dañársela.
Aquí la sinopsis que hace La Butaca.net: 

Anton es médico y divide su tiempo entre una pequeña ciudad idílica en
Dinamarca y su trabajo en un campo de refugiados en África.
En estos dos mundos tan diferentes, él y su familia se enfrentan a conflictos
que les empujan a escoger entre la venganza y el perdón.
Anton y su esposa Marianne tienen dos hijos, están separados y
consideran la posibilidad de divorciarse. El mayor de sus hijos,
Elias, de diez años, sufre el constante bullying de unos compañeros hasta que
otro chico le defiende, Christian. La madre de Christian ha fallecido
recientemente de cáncer y Christian no ha superado la pérdida. Elias y Christian
no tardan en estar muy unidos, pero Christian involucra a Elias en un peligroso
acto de revancha que puede acarrear consecuencias trágicas, una situación que
además de poner a prueba la amistad que los une, también pone en peligro varias vidas.[2]


Gran parte de la película gira en torno a las decisiones y acciones de Anton frente a las agresiones, vengan de donde vengan, vengan de los africanos a los que él ayuda en medio de su miseria y violencia, vengan de sus propios hijos, o de algún vecino. Él mismo comete un acto de barbarie al arrastrar a uno de los más sangrientos líderes de un movimiento insurgente africano y prácticamente entregarlo para que sea “devorado” por antiguas víctimas, ahora vengadores.
Otro momento memorable de la película es cuando enfrenta a un mecánico y se deja golpear la cara delante de sus hijos, sin responder a la agresión; en un segundo round, regresa donde el agresor con sus hijos y se deja golpear de nuevo, demostrándole a sus hijos que no es cobarde, solo que no responde una agresión con otra.

Anton, el bueno de la película.

El tercer momento de violencia es cuando dos de los rubios niños daneses que viven en el idílico reino de Dinamarca, ejecutan un acto de venganza con explosivos, y uno de ellos sale mal librado.
Todo esto expuesto con una dirección admirable. La actuación, la composición de los personajes de niños, adultos, asesinos, víctimas y victimarios es sorprendente. Hay una minuciosidad gestual, economía de textos, en fin, una serie de recursos que hacen que la historia se siga sin pedir nada más.       

Bárbaros y civilizados.


Pero en medio de tanta admiración por la maestría de la directora, reputada por sus películas desde Dogma95, y ahora, Oscar, queda una conclusión al final de la película, y es la de que hay unos que reflexionan y entienden lo absurdo de la violencia, y hay otros que no importa lo que pase, no lo entenderán.
Al mecánico, Anton le da la oportunidad de ofrecerle disculpas, y el mecánico no sólo no las da, sino que arremete de nuevo, le golpea la otra mejilla que Anton ofrece dignamente.
Con los africanos es peor, luego de que este médico atiende al más criminal de los rebeldes (no se sabe de qué bando) y le salva su pierna, éste, ya curado, narra en medio de risas sus hazañas abriendo el vientre a mujeres embarazadas y pidiendo una mujer muerta para que sea violada por uno de sus lugartenientes. Es el único momento en que Anton pierde el control.

Anders, el malo de la vida real

Conclusión 1.


Todos cometen actos salvajes en la película: blancos, moros, negros, europeos y africanos, doctores y mecánicos, sí, pero únicamente los de un solo lado logran aceptar la falta y piden perdón, caen en cuenta, reflexionan y agradecen: los letrados.
Africanos y mecánicos no. 

El mono.


…Y al poco tiempo, un vecino suyo (de la directora), un noruego, va y mata un montón de compatriotas, y la educación que recibió, y el entorno en que creció, y los valores que le inculcaron dieron como resultado un acto más parecido al que hacen los malos de Sussane Bier, que a los de su médico bondadoso que descuida su familia blanca por ponerse a ayudar negros.
El estereotipo del bárbaro que no aprende y que permanece en su misma situación (y empeorando) por su ausencia de reflexión, no se cumplió en este caso. Anders Behring Breivik, un cristiano admirador de Churchill, no tiene el perfil de genocida. Pero sí.
Ahora no se trata de decir que los bárbaros son ellos, no, todos estamos bajo los mismos peligros y ante la misma propensión a realizar algo inesperado. Tampoco vamos a esculcar la historia para echarle la culpa a los escandinavos de ser los inventores de la piratería y el saqueo, o vamos a sacarle en cara la inquisición del siglo XVI a los europeos. Nosotros también teníamos nuestros rituales con sacada de corazón y sacrificio de vírgenes y niños. Pero ése es otro tema.

Conclusión 2.


No creo que Sussane Bier sea racista ni mucho menos, pero sí que se le coló este lugar común, el fantasma del estereotipo. A pesar de querer democratizar la atrocidad, su último voto a favor fue por los ilustrados.


Lejos del tipo.


Para la construcción de un personaje, una de las cosas más aconsejables sería el rigor al ir descubriendo sus características. Prestar la atención suficiente para que en un descuido no digamos algo que no se quiso, o que por una voluntad salvadora caigamos en un absoluto, tanto en las virtudes como en las fallas trágicas. No existe un personaje tipo. Cuando en la descripción se dice: “aspecto típico de criminal” no se está diciendo mucho. Puede ser el africano que abre vientres, el mono noruego, o un ex-ministro descubierto en sus nexos con la ilegalidad.
Tipificar es la muerte de la creación, se acaba la sorpresa y se detiene el proceso de descubrir elementos únicos en el carácter del personaje.

"Monos" de un mundo mejor

 Hay campo también para las frases, para el infierno de los lugares comunes que se convierten en ley.
Por fortuna, en Colombia, ya algunos lugares comunes comienzan a dejar de tener valor. Aquello de que “la justicia es para los de ruana” se transforma cuando se ven por estos días doctores “sin ruana”, con muchos títulos, ejemplos del letrado, tras las rejas.
La justicia, la verdadera, se aleja también de los estereotipos.

Cómo dice el TÍPICO español: ¡enhorabuena!



[1] En Colombia “mono” se les dice a los blancos o a los rubios. No es peyorativo ni hace referencia a simio.

sábado, 12 de febrero de 2011

Dramaturgia del Perro Ahorcado.

Hace unos días circuló por todos lados un video donde se ve a dos policías torturando y matando a un perro. El video desató una batalla en las redes, se escribieron comentarios en los periódicos y se enviaron mensajes por todas las vías atacando o defendiendo a los policías, pero también la discusión giró en gran proporción en torno a los que atacan o defienden el maltrato animal.

Constelación Canis Major

Este es el link del video por si lo quieren ver.

Los comentarios son recopilados de los que escriben a (no para) Revista Semana, El Tiempo y El Espectador, y de opiniones escritas en Facebook y Twitter.
(si pusiera un [sic] por cada palabra o frase incorrecta, error gramatical o puntuaciones en sitios equivocados, no se podría leer. Los dejo como estaban en el original)

Los reflexivos:
Es paradójico que la muerte de un perro genere más movilización ciudadana que las masacres de indígenas y campesinos…

Otros lo justifican:
a ver, han dicho que la perra tenia rabia, y por ello lo mataron, si es asi creo que hicieron lo correcto..

Otro propone una solución tan brutal como la de los asesinos:
son unos hp....ojala los turturaran de esa forma..pa q sientan dolor malparidos....

Una indignada, pero racista:
Policía tenía que ser y tras del echo negro…

De la serie "Cada vez que ladran los perros"
basada en la obra homónima de Fabio Rubiano

Algunos ponen ejemplos de otros abusos contra animales:
Para entrar al pueblo de Ceilán, norte del Valle del Cauca, y empezar la matanza, los pájaros bañaron de gasolina a un cerdo, le prendieron fuego y lo soltaron por la calle principal ...Se cuenta que el Sr. Uribe padre de Uribe padre de Tom y Jerry, iracundo luego de perder con su caballo más querido una competencia con el Sr. Ochoa, ató los cuartos traseros del animal a una gran roca y el pecho al parachoques trasero de su camioneta y arrancó: lo partió…

Otros arremeten contra los famosos que se solidarizan con el perro:
y desde cuándo éstos farsanduleros son "famosos" y líderes de opinión" ?.... claro que con lo cabezas huecas que son, responden con toda sensiblería....

Anubis. Dios Egipcio. Cuerpo de hombre, cabeza de perro

Otros lo justifican como parte de la lógica de la naturaleza:
…Tambien estan las chimpances (hembras) que matan y se comen los bebes de otras chimpances, aun cuando no tienen necesidad y muchos son casi vegetarianos... La lista sigue, y sigue, y sigue... La naturaleza es cruel y salvaje y nosotros somos parte de ella!

Otros no entienden:
No me explico cual es el escandalo, si por otro lado estan absortos en la venta total de boleteria de este fin de semana en la plaza de toros de Bogotá... y fueron dos dias de maltrato animal... y estan pidiendo la destitucion de alguien???

Otros inmediatamente asocian a los defensores de los animales con las FARC (adivinen quién puede ser):
Yo creo que ud,, prefiere un perro a un humano,,, seguro que eres faruco...

Y la relación con el conflicto armado sigue:
¿que opinaron frente a la decisión de condenar a asesinos de lesa humanidad a 8 años de cárcel(fueran farianos o paracos)? Nada, eso muestra la ineficiencia e incpacidad de las fuerzas del estado. pero para matar perritos ahí si están.

Tin-Tin y su perro Milú

Otros expresan sus buenos deseos para la Patria:
Colombia es muy probablemente el peor país del mundo para vivir, acá los 40,000,000 de gamines y de chusma son una peste, una plaga que se reproduce descontroladamente como las ratas que son, perpetuando la maldad de esta raza perversa. Si Dios existe, debería hacerle un favor a la humanidad y dejar caer una divina bomba atómica que borre del mapa a esta tierra maldita…

Coyuntura.

Claro que resulta paradójica la movilización y el cubrimiento mediático. Por eso mismo aprovecho la coyuntura para ver: lo teatral del evento, cierto tipo de personajes, las rivalidades que salen a flote, como se desarrolla la Fauna dentro y alrededor de este suceso.
Más que todo, la coyuntura nos da luces de lo que es un personaje perfecto, ambiguo como la defensora racista, resentido como el que no soporta a las celebridades, devoto de Hitler como el que plantea la “solución final”; está también el que haciendo referencia al niño que fue muerto por una jauría de perros hace unos meses, aplaude el hecho de matar perros callejeros para defender nuestros niños (parecido a la limpieza social).


Anubis School Boys. Obra de Heather Tweed


Todo esto, incluido el director General de la Policía Nacional, alrededor de un hecho para muchos superficial.

La muerte de un perro, y de esa manera, no es para nada insustancial: dice lo que somos con nosotros y con los otros.
Intolerancia por todos lados.

Escena de Garavito.

Hay un pantano, hay un perro a punto de ahogarse en el pantano, hay un señor que se lanza al pantano y salva al perro.
El señor se apellida Garavito. Hace 5 minutos estaba eyaculando sobre el cadáver del niño 151 al que él mismo había matado, pero ahora está conmovido por un perro.
La acción de salvar al perro es buena, aunque la realice un asesino, y hay que aplaudírsela.
¿O es mala porque lo haga él?

Luis Alfredo Garavito.
Asesino de niños

A los ojos de muchos, este personaje se vuelve representante de todos los que salvan perros y no se conmueven con el dolor de los niños.
¿Funciona la ecuación?

La indiferencia hacia una cosa no significa la indiferencia a todas.

Hay médicos que atienden en medio de bombardeos a población civil herida de guerra, hay otros que atienden del parque de la 93 hacia el norte. Ambos salvan vidas.
¿Vamos a señalar como indolente a un veterinario por dedicarse a salvar animales a cambio de haber  estudiado medicina para salvar vidas humanas?
Una buena acción lo es, sin importar que sea la única que se haga. Eso no significa que sea una buena persona, no, sólo que realiza una buena acción en su vida.


En lenguaje dramático.

El Héroe para Aristóteles es aquel cuyo comportamiento (ethos[1]) y acciones son ejemplares y llenas de virtudes, a excepción de una sola. Esa única mancha, es lo que se llama Falla Trágica (Harmatía), la cual lo lleva a la destrucción de su vida.
En ese sentido, y partiendo de los ejemplos propuestos, también debería existir el sujeto cuyo comportamiento y acciones son ruines, pero que al igual que el héroe, aunque en negativo, tiene una virtud. Una sola, esa única bondad lo puede salvar, y también lo puede hundir.
Se pueden llamar Protagonista y Antagonista, lo que no sé es, en el caso del segundo, Antagonista de quién.

Depende del punto de vista.
Los que piden que los policías asesinos de perros sean torturados, pueden ser los héroes llenos de virtudes, con la falla trágica de ser torturadores.
Si se ven desde otro ángulo son torturadores que tienen la única virtud de conmoverse con el dolor animal, lo cual los pondría en el mismo lugar del Personaje Garavito asesino de niños que se conmueve y salva el perro del pantano.
Para el Teatro, son extraordinarios los personajes con tanta ambigüedad. A mayor contradicción mayor interés.
Para la vida, dan miedo.

Metamorfosis 1.

Para aquel que justifica el asesinato de perros dado que son peligrosos, me permito poner un ejemplo (ficción, obvio) para rebatir su posición ante la vida, pero para rescatarlo como personaje teatral:

Perros en la Conquista

Supongamos que usted se despierta una mañana convertido, no en una cucaracha como Gregorio Samsa[2], sino en un perro. Usted es un perro del Siglo XVI en América. Este perro forma parte de las jaurías entrenadas por españoles para perseguir indígenas que se hayan escapado, que no hayan querido decir dónde está El Dorado,  que no se hayan doblegado al poderío ibérico o simplemente que estén por ahí y sirvan de objeto de caza para la distracción y recreo de los señores. O supongamos que usted es un perro de finales del siglo XIX entrenado para cazar negros en África, para destruir familias enteras, poblaciones enteras.
O supongamos que usted es un perro del siglo XXI que está siendo apaleado y ahorcado por un par de policías que se ríen y disfrutan mientras a usted le falta el aire y siente que se salen los ojos por la presión de la cuerda.
En los dos casos usted es un perro, sólo que en uno usted es el perro victimario y en el otro el perro víctima.


Cerbero, perro de tres cabezas

En ambos casos usted es inocente, incluso en la primera, aunque se acerque exhibiendo los dientes (caninos) y lleno de baba a una indígena embarazada que corre despavorida, y junto a sus  pares la destrocen a dentelladas. Aun así, es inocente. ¿Porqué? porque es un perro, porque fue educado para eso.

Metamorfosis 2.

Si usted un día se despierta convertido en miembro de un ejército irregular y junto a otros 300 o 4.500, asola una población y quema y mata y descuartiza y viola, sí es culpable, aun cuando así haya sido educado y para eso haya sido entrenado.

Gregorio Samsa y Familia.
¿Por qué?
Por qué no es un perro, porque su nivel de razonamiento es diferente.

Alguno podrá decir que el hombre nace bueno y la sociedad…etc. O que educad al niño y no tendréis que… etc.
Pero cualquier ser humano con un nivel medio de raciocinio sabe que matar no está bien, que el dolor y el sufrimiento no son chéveres, y que la pérdida de seres queridos no alegra a nadie, ni aunque haya herencia. Si hay alegría es que los seres no eran tan queridos.
Además existe una ley que castiga el asesinato.


Ortro, perro de dos cabezas. Hermano menor de Cerbero

La reflexión es bastante simple, pero la hago porque se quiere equiparar una cosa con la otra. Las leyes para los humanos no son las de los no humanos.
Hay perros que se matan entre ellos, claro; y hay humanos que se matan entre ellos, lo hemos visto. Pero son dos cosas diferentes. Si hay un grupo de rottweiler destrozando un pequinés, uno no presupone que haya habido una previa preparación del evento, ni que los perros hayan recibido collares de diamantes de otros perros, ni toneladas de concentrado de contrabando para financiar la operación para acabar con los de esta raza. 
En el caso de los hombres…

Canina Nostra

El personaje que justifica el asesinato de perros, puede un día levantarse convertido en un exterminador canino, pero también puede despertar y al tratar de hablar escuchar su propio ladrido.

Perro malo.

Recuerdo la famosa y terrorífica fotografía de Abu Graib, aquí está:

Temporada en Guantánamo
A primera vista uno no puede menos que aterrarse con la cercanía de los dientes del perro a la cara del detenido indefenso.

Desde los tres puntos de vista cada uno es antagonista del otro, el perro ataca al que le indican que es su enemigo, el joven musulmán en su estado de indefensión es víctima y nos conmueve, y para el soldado gringo, el preso es un asesino que le voló las torres gemelas a su querida ciudad, y eso lo acredita como víctima también.
Pero el perro ha sido entrenado, el gringo no tiene pruebas contundentes contra el musulmán, y el musulmán puede que ni sepa donde quedan las torres o puede que haya sido uno de los diseñadores.
Cada uno escriba su obra, dele la razón al perro, al soldado o al joven musulmán. Cada uno en la ficción la debe tener, es obligatorio.

Versión de Fernando Botero

En la vida real, sólo se puede escribir una: la de la ley.
No es legal la tortura, ni la de humanos ni la de perros. En ningún caso.

Nuestros compatriotas policías probablemente tenían alguna razón para provocarle sufrimiento al perro, y reírse mientras lo hacían. A la luz de la realidad, su razón no vale nada.
Estos dos asesinos de perros pueden estar muy cerca de ser asesinos de gente.


Más Mensajes.

Algunos insisten en señalar a los defensores de los animales como si estos estuvieran en contra de la defensa de los seres humanos.
Están sumando vacas con burros.
O mejor: restando.

Titulemos la pieza:

Donde veremos como dos policías son atacados y defendidos
por haber torturado un perro.

Dos personajes: Policía 1 y Policía 2, acaban de cometer un asesinato, han ahorcado, apaleado y torturado a alguien, ese alguien es un perro.

María los señala, sin un mínimo de duda como asesinos.
Álvaro los defiende porque sólo era un perro.
Mario ataca a María por no hablar de los niños en vez de hablar de los perros.
Julián ataca a María porque no defiende los toros, y en ese caso su reclamo es sesgado e hipócrita.
Fernando acusa a Julián de machista y más sesgado que María, por defender los toros, pero a su vez comer carne de res, y usar chaquetas de cuero.
El General destituye al Policía 1, el 2 es civil y no hay nada que hacer.

Gabrielle Quin y Marcela Valencia en
Cada vez que ladran los Perros del Teatro Petra

Hay muchas escenas y diálogos para desarrollar.
Se puede desarrollar uno de los casos:

Mario le dice a María la frase que se lee y se escucha a menudo contra los animalistas:
A cambio de estar ayudando a un perro por qué no ayudas a un niño

María le responde con:
¿Tú a cuántos niños ayudas?
Ayuda tú a los niños y deja que yo ayude a los perros.

Mario:
Nada hay tan importante como salvar a los niños que se mueren por hambre, desnutrición, violencia, etc.

María:
Nadie lo niega.

Mario:
Pero no haces nada.

María:
Ayudo a los perros. ¿Tú ayudas a los niños?

Mario.
Los ayudo evitando que se preocupen más de los perros que de los niños.

María.
Eso no creo que ayude. No me estás convenciendo.

Mario.
Claro porque a ti sólo te conmueven los perros.

María.
También me conmueven los niños, pero decidí salvar perros no niños.

Mario.
Es snob.

María.
¿Lo tuyo no?

Mario.
No busco figurar.

María.
Yo menos.
¿Qué haces por los niños aparte de hablar?

Mario.
Hablar es hacer algo.


Para complementar la escena supongamos que en ese instante una niña cae a un lago junto a un perro, María se lanza de inmediato a salvar al perro sin reparar en la niña que no puede mantenerse a flote, Mario desde la orilla le grita a María que es una indolente, que no tiene corazón, que si acaso no ve que hay una niña ahogándose, que cómo es posible que salve al perro y deje ahogar a la niña. Se desgañita y llora cuando la niña se hunde ante sus ojos ahogándose irremediablemente. María sale a flote con el perro salvado de las aguas.
¿A quién señalamos como indolente?

Fotografía de Zena Holloway

Mario agarra a golpes a María por no haber salvado a la niña.
¿Deberá María agarrar a golpes a Mario por no haberse lanzado al agua a salvarla él mismo?
Escriba cada uno su escena.

En la vida lo que Mario debería hacer es tirarse también al agua y salvar a la niña, es indiscutible. Por eso los animalistas le ruegan a quienes los atacan, que ayuden a los niños, ancianos, damnificados, a todos los que quieran, pero que no se queden en la orilla viendo como ellos hacen algo, sin hacer nada por los niños que tanto defienden.

En el teatro los personajes que nos sirven son los que gritan desde la orilla pero no hacen nada, o el que comete atrocidades con gente y no soporta cuando alguien le rocea Raid a una cucaracha.
Hasta el cansancio repetiré que el personaje no es sólo una cosa, es muchas, como la gente, como la vida.

Un Edipo

El final de Mario.

Mario no se tiró al agua a salvar a la niña, pero se tomó en serio su papel de contradictor de aquellos que hacen cosas diferentes a ayudar a los niños, era común verlo diciendo cosas como:

·      ¿Para qué te compraste esa chaqueta tan cara pudiendo haber ayudado a un niño?
·      Ese carro nuevo se hubiera podido evitar y con esa plata hubieras ayudado a los niños.
·      Esa fiesta de cumpleaños fue excesiva, se hubiera podido utilizar para los niños.
·      Por qué duermes en ese colchón tan caro cuando hay niños damnificados que no tienen donde dormir…
·      Por qué pagaste una prostituta y no donaste esa plata a los niños.
·      Por qué te emborrachaste y no ayudaste a los niños, por qué fumas, usas zapatos caros, das regalos a los que ya tienen cosas, por qué tienes más de 10 camisetas, no vayas a teatro,  no pagues una universidad tan cara…

Mario ahora es visto por sus conocidos y amigos peor que un evangélico ex basuquero, pero él insiste, se va contra los que colaboran en la construcción de refugios para gatos, contra los que se esfuerzan por acabar con los vehículos de tracción animal, pelea con los que defienden a los caballos, no importa que sean útiles en terapias para el tratamiento de niños con Síndrome de Down. Si algún niño se acerca a un perro él lo reprende diciéndole que a quien debe acariciar es a otro niño, pero sólo si es pobre, o desplazado o víctima de la violencia; los otros no necesitan ayuda.
Diez Perros
Mario da limosna a algún niño que pide en la calle obligado por su padrastro, compra frunas a una niña que le parece bonita, se conmueve con el video de Michael Jackson y escucha Diego Torres y sus baladas de autoayuda (como él mismo las definió), pero no para en su labor. Sus días continúan, el sigue predicando su verdad en la calle seguido de 7 perros que lo cuidan y le dan calor cuando la temperatura baja. Por la noche departe con unos satánicos adolescentes que queman gatos vivos en un cementerio.
A Mario no le asusta porque no hay niños afectados.


Celebridades escandalizadas.

Los comentarios contra las celebridades que se escandalizaron por el asesinato del perro,  son tal vez los más frecuentes. El argumento es el mismo, que son melodramáticos, que son superficiales, que se conmueven por eso y no por hechos de más trascendencia.
¿Por qué se juzga con tanta virulencia a los famosos?
¿Será por defender a los animales, o por ser famosos?
A muchos les causa antipatía la figura y la actitud de una celebridad: son ricos, exitosos, bonitos, tiene bonitas parejas, se operan y son mediocres y brutos ¿brutos?, ¿estamos seguros?, ¿mediocres? ¿estamos seguros?.
La mediocridad económica no la tienen, la física tampoco, la del reconocimiento (por méritos o por casualidad) tampoco. Hay que mirar en qué son brutos.
El caso de la Señorita Panamá (para no nombrar otra vez el caso de la Srta. Antioquia) y su descripción de Confucio, le generó fama de bruta muy bruta.



Al poco tiempo lanzó una línea de camisetas con frases de Confucio. Como ya tenía adelantada la publicidad, y millones de visitas en YouTube para ver la escena, las camisetas se vendieron muy bien. ¿Bruta?

Espero que ningún dramaturgo crea que el personaje Celebridad es idiota (ya hemos visto que hay algunos casos en que no), o que por el hecho de ser o parecer superficial no tiene los mismos derechos que los demás.
Si tu vas a criticar a los de la farándula por darse notabilidad al hacer obras sociales, o si te molesta que haya algo que los escandalice más allá de su propias vidas, no los sigas viendo en las revistas donde salen guapísimas y guapísimos.
Nada es menos atractivo que alguien de malas para pensar ¿entonces? Déjalas ir, no las necesitas, y creo que ellas tampoco a ti.

Marilyn Monroe

Piensa que Marilyn Monroe, la más grande celebridad después del Ché, estuvo casada con uno de los más grandes dramaturgos de la Historia: Arthur Miller.

No hay en nuestro país una celebridad equivalente a Marilyn.
Un dramaturgo como Miller: tampoco.

Arthur Miller y Marilyn Monroe

 Asesinos Naturales.

El Arte necesita profesionales de la ficción, gente que sea capaz de trabajar a partir de la realidad, que haya estudiado y se haya entrenado para eso, que comprenda los procesos.
Para aquellos directores que odian a las celebridades, que piden que los actores de televisión se mantengan a metros pero que tampoco soportan a los actores con formación teatral; para aquellos que no separan la ficción de la realidad e insisten en trabajar con los que llaman actores naturales: los dos policías que hace unos días vimos ahorcando y torturando a un perro, les podrían servir para las escenas de los asesinatos, les podrían dar lo que buscan. Con mucha naturalidad.
Si el director tiene un perro deberá tener cuidado.
En caso de que quiera y defienda a su perro.


Sobre actores naturales y más tolerancia creativa hablaré después. Gracias.

Jacques Brel termina su famoso Ne me quitte pas con



Laisse-moi devenir                                      Déjame volverme
L'ombre de ton ombre                                La sombra de tu sombra
L'ombre de ta main                                     La sombra de tu mano
L'ombre de ton chien                                  La sombra de tu perro
Ne me quitte pas…                                     No me dejes…






[1] Etos para la RAE hoy día: 1. m. cult. Conjunto de rasgos y modos de comportamiento que conforman el carácter o la identidad de una persona o una comunidad.
[2] La Metamorfosis. Franz Kafka